Episodio DIEZ: EXPLICACIONES




Los boludos damos demasiadas explicaciones 

Hay momentos en la vida de todo boludo en los que sentimos que tenemos que dar más explicaciones de las que realmente el otro o la otra necesita o merece. Y esto que les traigo no es una reflexión de hechos aislados, sino que nos pasa muchas veces y seguramente bastante seguido. Y es por eso que somos un poco más boludos y boludas cada vez. Son casi tantas, como las veces que nos perdemos a nosotros mismos y de lo cual ya hemos hablado en otra oportunidad. 

Explicar viene del latín "explicare" que significa "sacar pliegues". Es decir, despojar a nuestras acciones u omisiones de aquello que no deja ver nuestras verdaderas intenciones. Es desenrollar lo plegado, lo anudado, lo confuso. Es también dar argumentos, exponer razones.

Y quiero que quede algo muy claro desde el comienzo: no digo que no debamos dar explicaciones. Porque creo que hasta en algún punto, "no hacerlo nunca" nos haría pecar de soberbios; y "hacerlo siempre" nos pondría en un lugar de vulnerabilidad demasiado grande. 

Pero siento que hay veces que creemos que dar motivos o explicaciones de por qué hacemos o no hacemos las cosas nos habilita a la acción. Nos facilita y permite y permite "cagarla" para después evadir la culpa, o mejor dicho, la responsabilidad sobre nuestro proceder. 

El verdadero problema es cuando perdemos esa capacidad de reflexionar, de discernir quién necesita o merece una explicación de nuestra parte y quién no. Porque no todos ni todas, ni en cualquier circunstancia o contexto, necesita o merece que expongamos ese argumento habilitante que dice el por qué si, o por qué no hicimos o dijimos determinada cosa.

Y entonces caemos en nuestra propia trampa: damos explicaciones para justificarnos. Para que ese otro o esa otra nos acepte, nos tolere, nos valide o acredite. Y entonces se vuelve un  "modus operandi" y un recurso que se gasta y malgasta cada vez que lo usamos. Y que lejos de servirnos de aprendizaje, se convierte en un escape de nuestra energía y de nuestro sano juicio.



Quizás este sea un posteo un poco más complejo que los anteriores, pero amerita el enrosque, por el enrosque que somos cada uno y cada una de nosotros de por sí. 

Porque dar explicaciones es intentar que nuestro interlocutor mire las cosas desde la misma perspectiva que lo hacemos nosotros. Y eso no estaría mal, si no escondiera la mayoría de las veces intenciones ocultas: lo hacemos para excusarnos.

Se vuelve un arma de doble filo y les puedo asegurar que nos termina haciendo daño. ¿Para qué damos las explicaciones?¿A quién se las damos?¿Cuánta energía nos demanda hacerlo? Y sobre todas las cosas: ¿Qué ganamos (o perdemos) haciéndolo? Estas son preguntas que deberíamos hacernos antes de hacer alguna boludez.


Comentarios

  1. Es cierto, dar explicaciones es querer que el otro vea desde nuestra perspectiva, nunca tan bien explicado, el problema es que no todos vemos lo mismo también desde esta mismo lugar. (muy enroscado)

    ResponderEliminar
  2. Que bueno que reconozcas que sos un boludo. Ahora te falta reconocer que sos un imbecil, estúpido, basura, hipócrita, calzonudo, etc.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EPISODIO CATORCE: POR AMOR TE PERDONÉ LO QUE NO SE PERDONA

EPISODIO QUINCE: BOLUDOS CONSCIENTES

Episodio TRECE: HERIDAS