Episodio SIETE: SOLTAR
Los boludos y la cuestión de "soltar"
Un gran problema que tenemos los boludos y boludas de este tiempo es "dejar ir", "soltar" para poder empezar a sanar. Primero porque ese famoso "soltar" suena muy fácil pero en realidad nos cuesta "un huevo". Y segundo porque muchas veces pareciera que el universo conspira en nuestra contra, y esa situación de nuestra vida, ése, ésa, que queremos olvidar, te aparece por todos lados. Todo nos remite y nos habla de eso.
Asumámoslo de una vez: dejar ir es una cagada. Porque la mayoría de las veces no estamos preparados para hacerlo. Y aunque estemos convencidos de que es el momento, de que realmente estamos listos para dar el paso. Algo siempre nos hace sentir que nos falta "un cachito más" para tener la cosa más o menos resuelta. Es un "sí, pero todavía no", aunque sabemos consciente o inconscientemente que ese momento tiene que llegar.
Y cuesta, y duele, porque solo se puede soltar aquello que sentimos que alguna vez fue nuestro. Y si fue nuestro, dejarlo ir es asumir que es una pérdida. Y las pérdidas son duelos. Y los duelos son dolorosos. Soltar nos demanda un daño emocional que requerirá ser reparado; una tristeza que necesitará ser habitada y que es, en pocas palabras, una renuncia.
Y soltar nunca es una decisión que se toma de una vez y para siempre. A soltar le sigue "sostener la decisión". Porque no solo se duela lo que se pierde, sino también al que nosotros éramos en esa situación, con esa persona, en ese vínculo. Y por supuesto que el miedo es gran protagonista de ese proceso. Ese mismo miedo que nos ayuda a mantenernos dentro de ciertos límites saludables, también es el que nos hace dudar si no será mejor volver a lo conocido, a nuestra zona de confort.
Y si somos "los soltados" es un tanto peor. Porque si no fuimos capaces de darnos cuenta de lo que estaba pasando a nuestro alrededor, imaginemos cuando el que se da cuenta es el otro o la otra. O si es la misma situación que nos servía de contenedor, de encuadre para nuestra vida, que se termina convirtiendo en un callejón sin salida.
¿Y ahora?¿Qué hacemos con todo eso?¿Cómo nos "dejamos ir"? Porque sabemos muy en el fondo de nuestro corazón que va a doler. Y va a doler mucho. Y que no podemos evitarnos ese dolor. Y ninguno de nosotros está preparado para sufrir, menos si lo sabemos de antemano.
El asunto es que a todos nos llega el momento de soltar y de ser soltados. Es el duro momento de afrontar que eso que estaba sucediendo no va a pasar más. Es como la imagen del niño o la niña que ve como se le va, se le escapa ese globo que tanto había deseado, y que al final siente que no lo pudo disfrutar lo suficiente.
Porque para los boludos y boludas como nosotros "nunca es suficiente", incluso cuando a veces somos plenamente conscientes de que, en palabras del genio de Ale Sequera "alargarlo era lastimarnos."
Quedará para más adelante que nos permitamos analizar cómo pasamos de ahí a lo tóxico, a lo dañino. Y cómo muchas, cientos, miles de veces, los boludos necesitamos tocar fondo, experimentar el dolor, o el vacío, para entrar en razones y volver a nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario